Todos los años se repite la misma desgraciada historia, un considerable número de riders, esquiadores, alpinistas, etc, perecen o en un menor porcentaje sobreviven (con lesiones) a las avalanchas. Mientras nosotros impasibles lo vemos en nuestros televisores como algo fortuito e inevitable, cuando en muchos casos se podría haber evitado si se hubiesen seguido unas mínimas normas de seguridad.
De acuerdo, vale que todos nos hemos sentido atraídos por la belleza de una pala virgen y a dejar nuestras huellas en un inolvidable fuera pista. El problema es que esa pala idílica puede ser el indiscutible reino de los aludes, y por el mero hecho de adentrarnos en ese territorio sin precauciones, caemos en un riesgo real e inevitable. Poco importa que te creas el mejor snowboarder, en esta situación tu
no tienes el control. Si te encuentras con una avalancha dado su poder devastador, tienes pocas posibilidades de sobrevivir.
De esto se deduce la regla primordial para evitar los aludes: haz lo que este en tus manos para no cruzarte en el camino de una avalancha.
EN QUE CONSISTE UNA AVALANCHA
El manto níveo consta de diferente capas o estratos que se corresponden por las sucesivas nevadas acaecidas en el transcurso del invierno, la capa más profunda se corresponde con la primera nevada.
El grado de cohesión de las capas depende de lo sólida que sea la unión de sus cristales de nieve, lo que a su vez depende de diversos factores como la inclinación del terreno, temperatura, viento, orientación de la ladera, anclajes como rocas y arboles ...
Una avalancha se produce en el momento que se desequilibra el manto de nieve, a consecuencia del movimiento de una de las capas anteriormente mencionadas. El factor desencadenante puede ser también bastante variado, la falta o detrimento de la cohesión de la nieve, sobrecarga externa (provocada por solo tu peso), presencia de una superficie de deslizamiento entre capas, una vibración acústica (un pequeño grito que se te escape) ect.
La estabilidad del manto nivoso varía porque este evoluciona. Las transformaciones consisten en la modificación del tamaño y la forma de los granos.
TIPOS DE ALUDES
Aludes de nieve reciente
Se producen durante o poco después de nevadas intensas. Estos aludes pueden ser de nieve seca (nevadas con temperaturas netamente inferiores a los 0ºC) o de nieve húmeda (nevadas con temperaturas próximas a los 0º C).
El desencadenamiento de un alud de nieve reciente se produce debido a una pérdida de cohesión de la capa superficial por sobrecarga o por un aumento de la temperatura durante o poco después de la nevada. Los aludes de nieve reciente seca son los temidos aludes de nieve polvo. Se producen durante las épocas más frías del invierno, son muy rápidos y a la vez muy destructivos.
Aludes de fusión
Son debidos a la fusión del manto nivoso cuando la temperatura del aire aumenta notablemente por encima de los 0ºC o en caso de lluvia. Son los típicos aludes de primavera, quizás los más conocidos, pese a que a veces se pueden producir en pleno invierno durante periodos de calor.
La nieve es húmeda y pesada. La velocidad de deslizamiento es lenta, pero no por eso deja de ser peligroso. A veces, puede llegar a deslizarse todo el espesor del manto hasta el suelo, arrastrando barro, rocas, árboles, arbustos, etc. Son los denominados aludes de fondo.
Aludes de placa
Se producen por la existencia de discontinuidades en el seno del manto nivoso. El resultado es el deslizamiento de las capas superiores, que aparentemente pueden parecer estables, por encima de una capa de baja cohesión o de una superficie de rehielo.
Un caso particular son las placas de viento, capas duras y frágiles formadas por la acumulación de nieve transportada por el viento y depositada en las zonas situadas a sotavento. En general las cornisas son un indicador de la presencia de una placa ladera abajo (puede darse el caso de una placa no asociada a una cornisa), son de un blanco muy mate, tienen forma lenticular, chirrían cuando se pisan y el bastón de esquí y el piolet se clavan muy bien. Estos aludes se producen en laderas abiertas, sobretodo en zonas convexas, y frecuentemente por el paso de una persona.
La fragilidad de las placas y la desunión con las capas inferiores hace que actúen como trampas para los excursionistas y esquiadores, el sobrepeso de los cuales, al pasar por encima, actúa como desencadenante del alud.
Los aludes de placa son los que provocan más accidentes entre este colectivo: el 70 % de los accidentes por alud son debidos a placas de viento. Este tipo de alud se puede producir en el transcurso de toda la temporada, siendo más peligroso en la épocas más frías del invierno.
1º-ANTES DE SALIR DE CASA
Este suele ser el paso que más pereza nos da y al que por consiguiente menos atención prestamos aunque no deja de ser menos importante que el resto y además puede evitarnos viajes en balde.
Consejos:
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Infórmate del pronóstico de aludes, llamando si es que existe al centro de predicción de aludes de la zona que vas a visitar (en la cordillera Cantábrica carecemos de este medio).
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Entérate del pronóstico del tiempo, además no vendría mal que te informases del tiempo que hizo en los días anteriores, puedes consultar esto en www.inm.es
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Los dos primeros días después de una nevada son los más peligrosos, evita descender en estas condiciones
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Haz un itinerario, procurando planear una ruta alternativa, que aveces puede sacarte de más de un apuro ante cualquier emergencia.
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Infórmate de las condiciones locales, si te es posibles habla con amigos, guardas o gente que conozca la zona.
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No salgas en solitario, si te ocurriese algo y fueras solo nadie podría pedir ayuda, informa a alguien sobre la ruta que vas a seguir y el horario previsto para que pueda avisar al servicio de protección civil en caso de no cumplirse ese plan. Esto es de suma importancia.
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Procura que el grupo no sea demasiado grande ya que esto puede aumentar el riesgo, debe ir siempre alguien con experiencia y un mínimo conocimiento de la zona.
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Equípate con una pala y no está de más que lleves unos bastones, una sonda y un ARVA. Te servirán para un rescate en caso de alud y para evaluar el estado de la nieve antes de la bajada. Un teléfono móvil puede ser útil, si tiene cobertura.
ANTES DE BAJAR
- Mira y observa tu entorno, busca indicios y señales como avalanchas recientes, lineas de fractura en la pendiente. Pisa la nieve y observa lo que pasa, si está apelmazada o por el contrario está hueca en este último caso revela una gran inestabilidad de las capas inferiores de la nieve.
- Analiza el relieve y las trampas del terreno. Atención a las zonas convexas ya que aquí la tensión del manto es muy superior y puede desequilibrarse a la mínima. Por ello procura descender por palas cóncavas, que consten de abundantes anclajes, evitando los corredores como lechos de río, evita las laderas a sotavento (indicadas muchas veces por presencia de cornisas).
- Ten en cuenta el grado de visibilidad, si las condiciones no son óptimas no desciendas.
- Da marcha atrás en el caso de que halla viento.
Niveles de riesgo por volumen de precipitación
- 10-20 cm, riesgo moderado.
- 20-30 cm, riesgo alto.
- 30-40 cm, riesgo muy alto.
Condiciones no favorables
- Viento fuerte de más de 50 km/h.
- Temperaturas inferiores a 8ºC.
- Existencia de una superficie poco cohesiva (con aspecto de costra, hielo).
Grado de la pendiente
- 15º - 30º, riesgo moderado.
- 30º - 45º, riesgo elevado.
- 45º - 60º, riesgo moderado.
TEST DE COMPRESIÓN CON LA PALA
Si todavía no esta seguro realiza uno de los test clásicos de evaluación de la estabilidad del manto níveo, en un lugar lo más representativo de la ladera, que reproduzca lo más fielmente el grado de inclinación y el resto de condiciones.
Excava un foso de unos 120 x 120 cm aproximadamente, separa y aísla una columna de 30 x 30 cm. En la parte superior de esta columna apoya la parte plana de la pala (de forma perpendicular a la vertical). Ahora golpea con la mano sobre la pala de modo que ejerza presión sobre la columna. En primer lugar, golpea de modo que actúe únicamente la articulación de la muñeca. Si la columna se fractura es sumamente inestable.
Si no se fractura golpea unas pocas veces más. Ahora golpea la columna varias veces flexionando la articulación del codo. Si todavía no se ha fracturado emplea la articulación del hombro. Cuanta más fuerza necesites para quebrar la columna, mayor es la estabilidad del manto de nieve. Deberás valorar para cuantificar la estabilidad el número de golpes y la articulación empleada. Tuya es la responsabilidad de decidir, si conservas el mínimo resquicio de duda no bajes.
EN CASO DE ALUD
Si no has tenido en cuenta todo lo anterior o aún así tienes la mala suerte de verte sorprendido por una avalancha, estos son algunos consejos:
- Mantén la calma (parece fácil pero es lo más complicado de conseguir).
- Avisa a tus compañeros del peligro.
- Trata de escapar de la trayectoria del alud trazando una diagonal descendente, no creas que bajando recto y a saco vas a escapar, el alud es mucho más rápido que tu.
- Si no tienes escapatoria trata de deshacerte de la tabla.
- Intenta agarrarte a lo que sea, un árbol o una gran roca.
- Cuando llegue el alud trata de mantenerte en superficie realizando movimientos natatorios.
- Si te engulle la avalancha, adopta una postura de ovillo, protegiendo con tus manos las vías respiratorias. La gente se suele morir ahogada al encharcarse los pulmones con el polvo de nieve que se inspira y se derrite en los bronquios.
- Una vez que el alud se ha detenido, con los brazos y las piernas trata de crearte una cámara de aire. En el caso de estar cerca de la superficie intenta salir o sacar parte de tu cuerpo para que se te pueda localizar, si no abstente de moverte para ahorrar energía y espera el rescate.
EL RESCATE
El tiempo es el factor crítico. Cada segundo cuenta, por lo que es de vital importancia realizar el rescate con la máxima rapidez y diligencia posible.
- Si es posible no hay que perder de vista a la víctima y observar el punto donde perdemos el contacto visual.
- Una vez detenida la avalancha hay que observar la zona y cerciorarse de que ya no corremos peligro y prestar atención haber si podemos ver o escuchar a la víctima.
- Marcamos el punto donde perdimos el contacto visual.
- Poner los ARVA en recepción (es imprescindible estar familiarizado con el uso de los ARVA) y, mientras uno de los componentes del grupo dirige la operación y vigila el posible desprendimiento de otro alud, el resto del grupo inicia la búsqueda a partir del punto donde perdimos el contacto visual. Si no disponemos de ARVA, utilizaremos bastones, esquís, o lo más parecido que tengamos a nuestro alcance.
TELÉFONOS Y DIRECCIONES DE INTERÉS
Pirineo: 935 67 15 75
Pirineo de España (INM): 906 36 53 80
Pirineo occidental:
http://www.icc.es/allaus/castella/cbutfrocc.html
ÚLTIMOS CONSEJOS
La linea que separa lo valiente de lo temerario es muy fina. No te dejes llevar por tu codicia, por la presión ejercida por los compañeros y demás comederas de coco. En la montaña el exceso de osadía se suele pagar con la propia vida.
Siempre estas a tiempo de volverte atrás.