La temporada 2006/2007 ha sido la peor temporada que me ha tocado vivir en cuanto al snowboard de montaña se refiere, no en vano fue una temporada completamente marcada por la ausencia de precipitaciones, de cualquier tipo, desde noviembre hasta finales de marzo.
Esta ausencia de precipitaciones afecto gravemente a todo el negocio entorno a los deportes de nieve, aunque las estaciones consiguieran reducir las pérdidas gracias a la innivación artificial.
En cambio, en la montaña, si no nieva, no hay nieve, y sin nieve es evidente que no se puede hacer nada que no sea pasear con zapatillas de montaña.Y de todo el pirineo, la zona más afectada, como casi siempre, fue toda la cara sur del pirineo, y especialmente el pirineo oriental, entendiendo como tal desde Andorra hacia el mar mediterráneo.
Esta montaña tiene 2.712 metros de altura y es una de las que cierran el conocido circo glaciar de Ull de Ter, lugar donde se encuentra la estación de esquí de Vallter 2000. Es por eso que es una de las montañas más transitadas del pirineo oriental gracias a su fácil acceso por carretera, puesto que ésta te deja a unos 2.200 metros de altitud, convirtiéndose en la base ideal para las rutas de final de temporada, si es que la nieve acompaña.
La cara norte es una gran pala de unos 300 m de desnivel y con pendiente bastante sostenida entre los 35 y los 40º, dependiendo del lugar concreto. Por tanto, sólo con estos parámetros ya indica que no es una bajada apta para principiantes.
A la dificultad propia de la bajada hay que sumarle la dificultad añadida del estado de la nieve, puesto que en estas pendientes una caída puede resultar fatal. Si la nieve está dura, costra o helada, la velocidad que se puede alcanzar en una caída descontrolada puede ser muy alta en cuestión de pocos segundos, y la presencia de las rocas aumenta las consecuencias de un posible impacto. Por eso, y más aún a finales de temporada, hay que ser precavido, cosa que nosotros no lo fuimos en la medida que debiéramos haberlo sido, y así fue.
A mediados de Abril, la temperatura era extraordinariamente alta para la época del año en la que estábamos, y los registros de temperatura de las estaciones meteorológicas de alta montaña nos indicaban que no llegaba a helar por la noche, así que temiendo que cuando llegáramos a la cima la nieve ya estuviera completamente “podrida” por el intenso calor (a mediodía se estaban registrando temperaturas cercanas a los 20º), decidimos comenzar a subir muy pronto, incluso con frontales si era necesario. Casi como si fuéramos a subir un 4000 en el mes de Junio.
Comenzamos la subida por la traza de uno de los teleskis de la estación para aprovechar que la nieve estaba allí bastante más compacta. Y es que aunque por la noche no llegara a helar se notaba mucho que a la nieve le viene muy bien la bajada de temperatura nocturna, aunque a quien nos venía mejor era a nosotros puesto que nos permitía poder ascender sólo con los crampones y así evitar tener que cargar con las raquetas. Cualquier peso extra no es bienvenido.
Comenzamos a ganar altura, y el paisaje tiene una luz especial. Todo parece cubierto de una gran capa de nieve, pero realmente el espesor es bastante pequeño.
Según vamos subiendo podemos ver como los primeros rayos de sol iluminan las nubes de retención en la cara norte justo encima del Bastiments, la montaña más alta y emblemática del entorno.
Mirando atrás, Jesús avanza fatigosamente sobre la alfombra de la huella, peinada la noche anterior por la máquina, del teleskí.
He de reconocer que una de las imágenes que más me gustó fue contemplar el Gra de Fajol petit con las primeras luces del alba. Le da un aire a esas típicas montañas que salen en los vídeos que todos hemos visto alguna vez, pendientes directas, canales estrechas. Todo un atrevimiento. Cuando las estuvimos observando se nos hacía imposible que alguien hubiera bajado por allí, pero me han llegado voces que me dicen que esas canales ya han sido bajadas. Me quedé de piedra cuando lo oí.
Pero delante nuestro teníamos ya, contudente, el Gra de Fajol Gran, nuestro objetivo de la jornada. Las fotos desde debajo de la montaña siempre desprestigian algo la montaña por que no permite ver con perspectiva las dificultades, pero aún así, las ganas que teníamos de bajarlo iban en aumento.
Mientras tanto, los rayos de sol comezaban a tocarnos y éste aparecía por encima de las nubes. A aprtir de este momento la temperatura comenzaría a subir rápidamente. Era una especia de carrera contrarreloj para poder subir mientras la nieve estaba más dura, pero para poder bajar cuando la nieve ya se hubiera reblandecido lo suficiente.
Al continuar la ascensión por la huella del teleski llega un momento en que es necesario salirse e ir a buscar el camino del Coll de la Marrana. Este lugar es uno de los lugares más famosos del pirineo oriental pues es paso común de un gran número de rutas, tanto de invierno como de verano. Está situado a 2.500 m y es el paso natural hacia el vall del rio Freser y el refugio de Coma de Vaca.
Desde el Coll de la Marrana se puede ver perfectamente la gran pala sur del Bastiments, uno de esos lugares que deja siempre buen sabor de boca, pero que es poco más difícil que una pista roja de una estación de esquí cualquiera.
Mientras yo llegaba al Coll de la Marrana, Jesús me perseguía al pie del Gra de Fajol Gran.
La verdad es que no lo estaba pasando muy bien. No es una ascensión difícil, ni técnica ni físicamente, pero lo que está claro es que sí se necesita un mínimo de forma física para afrontarla. Esta vez Jesús iba justo de fuerzas, el dormir poco le pasó factura, pero se recupera rápidamente.
Mientras yo le esperaba quise retratar la pendiente del Gra de Fajol intentanto enderezar lo más posible la cámara de fotos. Al fondo se ven los remontes de la estación de esquí y tambien se aprecia que las nubes bajaban, cosa que dio un cierto aire de incertidumbre a nuestra ruta.
Una vez coronado el Coll de la Marrana nos dirigimos directamente hacia el Gra de Fajol Gran. Este lugar es especialmente ventoso y se nota por que desparece rápidamente la nieve al no acumularse grandes espesores en esta loma. Al fondo se ve el Coll de la Marrana y algunas de las canales que salen desde allí, cortitas pero adrenalíticas. Muy recomendables para iniciarse en el snowboard de montaña puesto que no presentan grandes peligros.
Subiendo ya la cara nordoeste del Gra de Fajol Gran el paisaje era típicamente invernal. Nada le hacia a uno recordar que estuvieramos a mitad de abril. El valle de Tirapits (riu Freser) parece un inmenso pastel de azucar.
Una vez alcanzamos la cuerda o arista que lleva al Gra de Fajol Gran desde el Coll de la Marrana, la ascensión se suaviza mucho. Tanto es así que si por alguna razón no se pudiera bajar por donde se tenía previsto, esta “salida de emergencia” del Gra de Fajol Gran hay que teneral muy en cuenta. A la izquierda el inicio superior de la Coma de l`Orri.
Y lo que aún nos falta, ya no es nada. Las huellas de días anteriores nos guían hasta la cima.
Desde esta posición se puede ver perfectamente la cara norte del Pastuira, toda una joya de la corona que se ve penalizada por la baja cota de su falda, que solamente en alos de buenas nevadas permiten su descenso. Esta, queda pendiente para otra salida.
Ya podemos ver lo que nos espera, la cara sud del Gra de Fajol Gran no es muy distinta de la norte, sólo que en este caso hace ya rato que recibe la luz directa del sol. Una gran pala, con una problemática parecida al del Pastuira, que algún día también caerá.
Estamos cerca del fin de la subida.
Y el Gra de Fajol petit, muestra una cara igual de temible que desde abajo. A la izquierda, su cara norte, a la derecha, pues su cara sur, no? :-)
Y desde aquí arriba pudimos hacer una de las fotos más bonitas del Circo de Ull de Ter que haya visto nunca. El paisaje nevado, redondo, y las nubes amenazadoras en el horizonte.
La zona alta de la estación, a los pies del Bastiments. Parece que había mucha más nieve de la que realmente había, pero no importan los metros de espesor, importa el paisaje.
El piolet que se ve, es de pega....vamos, que es un monumento.
La verdad es que no me cansaba de contemplar todo el panorama a nuestro alrededor, y lo supo captar Jesús.
Eran poco más de las nueve de la mañana, y habíamos cumplido el horario que nos habíamos propuesto. Así que ahora todavía quedaba la ansiada bajada, puesto que los rayos de sol casi iluminaban por completo toda la bajada, y esto debería haber reblandecido la nieve, pero las cosas no iban a a suceder de la manera que habíamos previsto. En el siguiente reportaje, la bajada del Gra de Fajol Gran.