A finales de noviembre entró el último de los frentes de una cierta entidad que volvió a dejar nieve en el pirineo oriental por encima de 2.200m de altitud. Pero el frente llego a principios de semana seguido de una subida de temperaturas bastante elevada. Definitivamente, no eran las mejores notícias de caras al fin de semana.
El 27 de noviembre decidimos, despues de estudiar mucho diferentes posibilidades, ir a un lugar diferente, incluso un pelín mágico. Decidimos acercarnos al Canigó, a 2.784m de altura, la última montaña de entidad del Pirineo antes de descender al Mediterráneo.
El Canigó es una montaña emblemática. Se la conoce como la montaña más "grande" de los Pirineos por que es una mole que se levanta casi en solitario desde practicamente la altitud del mar, concretamente desde 350m de altitud, que es la cota a la que está el pueblo de Prades, en la falda de la montaña. Así pues es una mole de 2.500m de desnivel a la que se puede acceder dede diferentes sitios. Nosotros escogimos el refugio de Cortalets, al norte de la cima, por varias razones. El refugio se encuentra a unos 2.150m, la pista de tierra de acceso que sale desde Prades llega a unuos 2.000m, practicamente al pie del refugio, y por que el límite de la nieve se situaba en torno a 2.200m.
Así pues, esperando que la nieve se dejara tratar, a pesar de los días que habían pasado desde la última nevada y de la subida de las temperaturas, nos decidimos a intentarlo, desde Cortalets, pero ascendiendo por la brecha Durier y no por el camino clásico de verano.
La
Brecha Durier es una canal, encarada al Este, a la que se accede por el fondo del valle, entre la cuerda clásica del Canigó y la de Barnet, es una canal suficientemente amplia para bajarla con snowboard, aunque no sobra anchura, y con suficiente pendiente como para no despistarse ni un momento. Nuestra intención era subirla para poder observarla bien desde el interior y bajarla mejor. Pero las cosas a veces no salen como uno espera.
Como hacía bastante frío por las mañanas y sabíamos que la nieve estaría dura, tambien sabíamos que no hacía falta madrugar mucho. Quedamos en Prades, Marcos,
Dave y yo a las 9 de la mañana sabiendo que nos esperaba la pista forestal más larga que he hecho nunca de aproximación. Más de una hora, que se hace bien, pero con cuidado.
El Canigó desde Ille sur Têt antes de llegar a Prades.
Cerca del Refugio de Cortalets. Imponente aspecto de la montaña a finales de noviembre. Mucha nieve en altura.
Aparcamos y nos vestimos de romanos. Nada más comenzar a caminar en busca de la nieve continua, que estaba por encima del refugio, comenzamos a pisar la nieve que cubría la pista de acceso. Estábamos a 2.000m de altura y la sensación era de puro hielo y que las cosas iban a ser más difíciles de lo previsto.
Llegada al refugio.
Poco despues tuvimos que tomar la primera decisión del día. Desistimos de subir por la brecha Durier. El acceso a la misma se encuentra en el fondo de un valle al que no le toca el sol en todo el inverno y eran más de las once de la mañana y la nieve era hormigón armado. Decidimos hacer el camino de verano, de subida fácil, que vaganando altura por la cara Este de la montaña hasta llegar a la cuerda principal que lleva a la cima. Al menos, el sol iría reblandeciendo la nieve con el paso de las horas.
A la izquierda, Barbet, en el centro, el Canigó, y entre los dos, el sombrio valle que lleva a la Brecha Durier.
Ascendiendo por el camino de verano, GR10, todavía escasamente tapado por la nieve.
Pero aquel día, no era el día. A medida que ibamos subiendo la nieve estaba más y más dura hasta que en un punto intermedio de la primera parte de la subida yo ya no puedo continuar con la split. El hecho de no tener todavía las cuchillas, elemento imprescindible, me obliga a continuar con la tabla en la espalda, los crampones en los pies y el piolet en la mano. Así que comienzo a subir directamente, obviando el camino de verano, hasta alcanzar la cresta principal.
Me encuentro a unos 2.400m de altura, las vistas son espectaculares, y el brillo de la nieve de la arista cimera y de la imponente cara Oeste del Canigó, tambien lo es. Una espléndida alfombra de nieve dura a durisima nos espera hasta llegar a la cima. Las diferentes líneas que se dibujan en mi mente me hacen soñar con bajadas a gas levantando nubes de polvo blanco, pero la realidad es muy distinta.
Momentos despues Marcos y Dave se reunen conmigo puesto que ellos sí que habían seguido el camino, y despues de comentar la jugada decidimos seguir subiendo por la arista aunque, eso sí, todos con crampones, que ya no está el horno para bollos.
Prades en el fondo del valle.
Cara oeste del Canigó.
Marcos, evaluando. Al fondo, Barbet.
Llegados a un punto todavía lejano de la cima, y ya autoconvencidos que el llevar las tablas a la espalda es completamente innecesario, decidimos continuar la ascensión sin ellas para, al menos, intentar hacer cumbre. Pero estaba claro que aquel día, no era el día.
Posible bajada hacia el refugio de Cortalets.
Montaña de Barbet, ácida, y Cima del Canigó. Haced click para verla bien grande.
Dave in mode shooting!.
Al poco de comenar la subida por el camino de verano nos encontramos un montañero frances que iba sin el material necesario para este tipo de excursiones. Sin crampones, sin bastones, sin piolet, y si no llegamos a cruzarnos nosotros con él hubiera salido en las notícias regionales protagonizando un titular bien negro. Marcos le dejó su piolet y despues de unas clases rápidas de autodetención, consiguió volver a casa supongo que dando gracias por habernos encontrado. Pero este acto de buen samaritanos nos privó de hacer cumbre por que, una vez dejadas las tablas y comenzada la parte final de la ascensión, la arista se iba poniendo cada vez más peligrosa. Así que con buen criterio, al no tener todo el material de seguridad necesario, nos dimos la vuelta.
Recorrido seguido, en rojo.
Esta vez no pudo ser. Volvimos sobre nuestros pies, recuperamos las tablas y a última hora intentamos, al menos, hacer los últimos metros de desnivel de la cara Este que lleva al refugio de Cortalets sobre nuestras tablas. Pero la verdad es que la nieve continuaba dura como una piedra. Sólo Marcos y Dave se atrevieron a bajar unos 100 o 150m de desnivel sobre sus tablas, derrapando más que conduciendo, clavando los dientes y con el piolet en la mano, por lo que pudiera pasar.
Marcos!.
David!.
Conclusión, volveremos......