- • Desnivel: 845 metros
- • Dificultad: Media
- • Altitud: 1.870 m - 2.715 m
- • Orientación: N - NE
- • Duración: 4 Horas
- • Ascensión: 3 horas
- • Descenso: 1 hora
Aprovechando la última nevada, este domingo decidimos hacerle una visita al
Pic dels Pedrons (2.715 m.), muy cerca del Pas de la Casa y la frontera franco andorrana. Aunque no es una zona muy conocida, tiene infinitas posibilidades y palas de todos los niveles, pendientes, orientaciones, gustos y colores.
Animados por nuestro compañero
David, gran conocedor de la Cerdaña, nuestra intención era bajar la canal más ácida de la cara este. Pensamos que todavía conservaría la nieve en buen estado al ser una canal con grandes paredes a los lados que producen una gran sombra.
Empezamos la ascensión a las 09:30 de la mañana desde el parking de la carretera francesa N22, muy cerca de la frontera andorrana. Con las tablas en los pies desde el primer momento, la dureza de la nieve nos permitía subir con cierta comodidad sin necesidad de poner cuchillas.
Por estas fechas es importante madrugar y no empezar muy tarde, de esta manera podemos subir y progresar sin hundirnos demasiado. Y, por supuesto, para poder disfrutar de una nieve no demasiado húmeda y pesada en la bajada.
Como siempre, la seguridad es otro punto a tener en cuenta, en las horas centrales del día es cuando se producen más purgas. Para esas horas es recomendable estar ya de vuelta.
Desde el inicio de la ascensión vemos la cima del Pedrons y toda la ruta de subida por la carena que va de norte a sur, soleada desde las primeras horas del día. Es fácil tener la sensación contradictoria de que podemos llegar a la cima con relativa facilidad, pero todavía tenemos que salvar más de 800 metros de desnivel. Las rampas van sucediéndose y vamos cogiendo altura.
La subida por la carena no tiene ninguna complicación técnica y puede subirse hasta la cima con las tablas en los pies, sin necesidad de ninguna “vuelta maría” complicada. Esto no quiere decir que sea un cómodo paseo, algunas rampas nos sacarán los colores y llegaremos a la cima con las piernas en ebullición y el corazón bombeando a buen ritmo.
Después de 2:45 horas llegamos a la cima, a un ritmo tranquilo y sin paradas largas. Las vistas son espectaculares, muy alpinas. Podemos ver el
Font Negra (2.879 m.) y toda su impresionante carena este-oeste llena de afiladas agujas e impresionantes canales.
En la cima nos encontraremos una preciosa cresta con patio y ambiente; salvando las distancias, comparable al ‘Paso de Mahoma’ del Aneto. No es necesario recorrerla para empezar el descenso; pero si os animáis, es imprescindible llevar el piolet en la mano y el casco en la cabeza, no en la mochila.
Para empezar el descenso tenemos muchas opciones en la cara este. Desde palas abiertas, hasta estrechas canales. Nuestro objetivo del día era la canal más estrecha que baja de la cima en dirección sur-este. Al final no pudo ser por falta de nieve en la entrada. Según nos comentan, es algo muy habitual. Optamos por su “hermana menor”, la canal paralela un poco más amplia.
El descenso por la canal de 35º es un verdadero lujo. En los primeros metros nos encontramos una nieve primavera no demasiado pesada que permite cierta velocidad y fluidez en los giros. A medida que nos acercamos al final de la canal y vamos perdiendo altura la nieve se va haciendo más pesada, hasta que llegamos al fondo del valle.
Si no queremos poner pieles o tener que caminar es importante no llegar al fondo del valle pasadas las 14:00, tiene poca pendiente y con la nieve húmeda podemos tener problemas para progresar. A pesar de todo, el llamado
Rec de Baladrar no es totalmente plano y hay algunas pequeñas lomas que nos permiten coger velocidad e ir avanzado haciendo una gran diagonal en dirección noreste, hacia a la carretera.
Para nuestra sorpresa, nos encontramos una nieve en fantástico estado en la última loma que nos lleva hasta el punto de partida de la ascensión, una zona llamada
Bac de Morer. Aunque son casi las 14:00 y estamos por debajo de los 2.000 metros de altitud, la orientación norte nos ha traído un inesperado regalo.
Gracias a estos últimos giros rápidos y fluidos terminamos muy contentos, y nos olvidamos de la gran diagonal por el fondo del valle. Ya conocemos otro gran rincón del Pirineo, que nos recuerda que no solo las grandes montañas nos obsequian con grandes sensaciones.
Salud y montaña!